Siendo muy joven contrajo matrimonio con Lotario, rey de Italia, pero éste murió joven al parecer envenenado por los que deseaban quitarle su reino. La santa quedó viuda de sólo 19 años. El usurpador Berengario quería casarla con su hijo, pero como la santa se negó rotundamente a esta unión, Berengario la encerró en una prisión y le quitó todos sus poderes y títulos. El Padre Martín, su capellán, se quedaba admirado porque Santa Adelaida no se quejaba ni protestaba y seguía tratando a todos los carceleros con exquisita amabilidad y dulzura ya que todo lo que sucedía lo aceptaba como venido de las manos de Dios. El P. Martín logró liberar a la santa y la refugió en el castillo de Canossa.
Sin embargo, Berengario atacó aquel castillo y Santa Adelaida envió a sus embajadores hacia Alemania para pedir la ayuda de Otón, el Emperador. Pronto llegó éste con su ejército, derrotó e hizo prisionero a Berengario y concedió la libertad a la santa reina. El emperador alemán se enamoró de Adelaida y le pidió que fuera su esposa. Ella aceptó, y el Sumo Pontífice Juan XII coronó a Otón como emperador y a Adelaida como emperatriz.
Otón el grande reinó durante 36 años, y mientras tanto su santa esposa se dedicaba a socorrer a los pobres, a edificar templos y a ayudar a misioneros, religiosos y predicadores.
Fundó varios monasterios y se preocupó por la evangelización de los que todavía no conocían la religión católica. Se esforzaba mucho por reconciliar a los que estaban peleados. Su director espiritual fue en ese tiempo San Odilón, el cual dejó escrito: “La vida de esta reina es una maravilla de gracia y de bondad”.
Cuando su nieto, Otón III se posesionó como emperador, ella se retiró a un monasterio, y allí pasó sus últimos días dedicada a la oración y a meditar en las verdades eternas.
Murió el 16 de diciembre del año 999.
Bibliografía
Nació en el 931 y murió el 16 de diciembre del 999. Fue una de las figuras destacadas en la lucha de Otón el Grande por obtener la corona imperial de los romanos pontífices.
Era hija de Rodolfo II, rey de Borgoña, quien fue a la guerra contra Hugo de Provenza por la corona de Italia. Los rivales acordaron la paz en el 933, en la cual se estipuló que Adelaida debía casarse con Lotario, hijo del provenzal. El matrimonio tuvo lugar, sin embargo, catorce años después. En tanto, la madre de Adelaida se casó con Hugo.
Para esa época, Berengario, marqués de Ivrea, entró en escena, reclamando el reino de Italia para sí. Forzó a Hugo a abdicar en favor de Lotario, lo cual supuso la muerte de éste por envenenamiento. Luego, propuso unir en matrimonio a Adelaida con su hijo, Adalberto. Por haber rechazado la oferta, Adelaida permaneció en cautividad casi solitaria en el castillo de Garda, en el lago del mismo nombre.
Desde ahí fue rescatada por un sacerdote de nombre Martín, quien cavó un pasaje subterráneo por el cual escapó, y permaneció oculta en los bosques. Entre tanto, su rescatador la alimentaba con pescado del lago. Pero el duque de Canossa, Alberto Uzzo, quien había sido avisado del rescate, llegó y se la llevó a su castillo.
Mientras esto ocurría, los nobles italianos, cansados de Berengario, invitaron a Otón a invadir Italia. Éste halló poca resistencia, y se dirigió a Canossa, donde encontró a Adelaida. Se casó con ella en la Navidad del 951, en Pavía.
El matrimonio no dio a Otón nuevos derechos sobre Italia, pero el entusiasmo de la gente por Adelaida, cuya historia tenía mucho de romántica, facilitó a Otón la subyugación de la península. En Germania, ella se convirtió en ídolo de sus súbditos mientras vivió su esposo.
Durante el reinado de su hijo Otón II, comenzaron los problemas, sobre todo por los celos de su nuera Theophano y, posiblemente, debido a su excesiva generosidad en las obras de caridad. Ello provocó que se distanciara de la corte y fijara su residencia en Pavía, pero la reconciliación se llevó a cabo por mediación del abad de Cluny, san Mayolo.
El problema resurgió cuando su nieto ascendió al trono: la nuera celosa aún no estaba reconciliada, y Adelaida fue forzada nuevamente a la reclusión. Pero Theophano murió repentinamente, y Adelaida fue hecha volver para asumir el cargo de regente. Su administración se caracterizó por su gran sabiduría. No se vengó de sus enemigos, su corte era como una casa de religiosos, multiplicó los monasterios e iglesias en varias provincias y no cesó en sus esfuerzos por convertir a los paganos del norte. En el último año de su reinado, emprendió un viaje a Borgoña para reconciliar a su sobrino Rodolfo con sus súbditos, pero murió en el camino hacia Seltz, en Alsacia.
No es mencionada en el martirologio romano, pero su nombre aparece en varios calendarios germanos y sus reliquias son veneradas en Hannóver. San Odilón de Cluny escribió su vida.