Santoral, ¿Quiénes son los Santos Inocentes?

Santos Inocentes

El día de hoy se conmemora a los Niños Inocentes que el cruel Herodes mandó matar.

Según señala el Evangelio de San Mateo, Herodes llamó a los Sumos Sacerdotes para preguntarles en qué sitio exacto iba a nacer el rey de Israel, al que habían anunciado los profetas. Ellos le contestaron: “Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas diciendo: “Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de Israel” (Miq. 5, 1).

Entonces Herodes se propuso averiguar exactamente dónde estaba el niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Y fingiendo dijo a los Reyes Magos: – “Vayan y averiguen acerca de ese niño, cuando lo encuentren regresan y me lo informan, para ir yo también a adorarlo”. Los magos se fueron a Belén guiados por la estrella que se les apareció otra vez, al salir de Jerusalén, y llenos de alegría encontraron al Divino Niño Jesús junto a la Virgen María y San José; lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. En sueños recibieron el aviso divino de que no volvieran a Jerusalén y regresaron a sus países por otros caminos, y el pérfido Herodes se quedó sin saber dónde estaba el recién nacido. Esto lo enfureció hasta el extremo, por lo que rodeó con su ejército la pequeña ciudad de Belén, y dio la orden de matar a todos los niñitos menores de dos años, en la ciudad y alrededores.

El mismo evangelista San Mateo afirmará que en ese día se cumplió lo que había avisado el profeta Jeremías: “Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, porque ya no existen” (Jer. 31, 15).

La pequeña vanguardia

La Iglesia venera a estos Inocentes como mártires de los primeros siglos, y puesto que fueron arrancados a la vida después de la venida al mundo de Cristo, los conmemora cerca de la Navidad. Por deseo de Pío V la celebración ha sido elevada a fiesta. Prudencio, poeta vivido en el siglo IV, en el himno de la Epifanía del Liber cathemerinòn los define “flores martyrum”, flores de los mártires, “arrancados por el persecutor de Jesucristo, como tantos tiernos brotes”. “Los niños, sin saberlo, mueren por Cristo, mientras los padres lloran los mártires que mueren. Cristo hace sus testigos a aquellos que todavía no hablan”, explica en un sermón el obispo San Quodvultdeus. Y prosigue: “¡Oh maravilloso don de la gracia! ¿Cuáles méritos han tenido estos niños para vencer en este modo? ¡Todavía no hablan y ya confiesan a Cristo! Todavía no son capaces de enfrentar la lucha porque no mueven los miembros, y, sin embargo, ya llevan triunfadores la palma de la victoria”. Los Santos Inocentes son la pequeña vanguardia del ejército de mártires que han dado testimonio y continúan a dar testimonio con la sangre de su pertenencia a Cristo, creaturas puras que han escrito la primera página del largo elenco de los mártires cristianos.

Las víctimas inocentes de ayer y de hoy

Para la tradición cristiana occidental el episodio evangélico de los Santos Inocentes Mártires es un típico ejemplo de cuánto la sed de poder pueda incitar a atroces delitos. En efecto, los niños de Belén son víctimas del odio despiadado de Herodes hacia quien habría podido obstaculizar sus planes de potencia y de dominio. Sobre este tema, y sobre la historia de los niños de Belén, en el curso de los siglos fueron realizadas diversas obras de arte. En el 2016, precisamente en el día de los Santos Mártires Inocentes, el Papa Francisco dirigió a los obispos un carta exhortándoles a “escuchar el lamento y el llanto de tantas madres, de tantas familias, por la muerte de sus hijos, de sus hijos inocentes” que es el mismo “gemido de dolor de las madres que lloran la muerte de sus hijos inocentes de frente a la tiranía y a la desenfrenado afán de poder de Herodes”. Un gemido – ha escrito el Pontífice – que también hoy podemos continuar a escuchar, que nos toca el alma y que no podemos y no queremos ignorar ni hacer callar”.

De estas palabras, Francisco hace nacer una invitación a los obispos de todo el mundo para que protejan la inocencia de los pequeños, “de los nuevos Herodes de nuestros días”, que la fagocitan y quiebran “bajo el peso del trabajo clandestino y esclavo, bajo el peso de la prostitución y de la explotación. Inocencia destruida por las guerras y por la emigración forzada”. Al mismo tiempo, el Papa también ha recomendado la escucha del llanto y del lamento de la Iglesia que pide perdón y “llora no sólo ante el dolor causado en sus hijos más pequeños, sino también porque conoce el pecado de algunos de sus miembros: el sufrimiento, la historia y el dolor de los menores que fueron abusados sexualmente por sacerdotes”.

Fiesta de los santos Inocentes mártires, niños que fueron ejecutados en Belén de Judea por orden del rey Herodes.

Herodes, según el relato evangélico, conoció por los Reyes Magos que había nacido el Mesías. Creyó que Jesús le iba a usurpar el poder y ordenó asesinar a todos los bebés y niños menores de 2 años.

Los santos Inocentes fueron honrados como mártires desde los primeros siglos de la Iglesia. Ellos son considerados los primeros de una larga lista de personas que a lo largo de la Historia iban a derramar su sangre por Dios.

Santos patronos

Los Santos Inocentes son patronos de los bebés, de los coros infantiles y de los niños abandonados, así como de los aún no nacidos y los abortados.

Oración a los Santos Inocentes
Oración introductoria

Dios mío, creo en Ti, confío en tu bondad y en tu misericordia. Guía este rato de meditación porque sabes que soy débil y fácilmente me hago sordo a tu voz.

Petición
Señor, soy tuyo, a Ti me entrego con todo lo que soy y lo que tengo.

Meditación del Papa
«El nacimiento de cada niño lleva consigo algo de este misterio! Lo saben bien los padres, que lo reciben como un don y que, a menudo, hablan así de él. A todos nos ha pasado oír decir a un papá y a una mamá: ‘¡Este niño es un regalo, un milagro!’.

«En efecto, los seres humanos viven la procreación no como un mero acto reproductivo, sino que perciben su riqueza, intuyen que cada criatura humana que se asoma a la tierra es el signo por excelencia del Creador y Padre que está en los cielos.

«¡Qué importante es, entonces, que cada niño, al venir al mundo, sea acogido por el calor de una familia! No importan las comodidades exteriores: Jesús nació en un establo y como primera cuna tuvo un pesebre, pero el amor de María y de José le hizo sentir la ternura y la belleza de ser amado. De esto necesitan los niños: del amor del padre y de la madre. Esto es lo que les da seguridad y lo que, al crecer, permite el descubrimiento del sentido de la vida.

«La santa Familia de Nazaret atravesó muchas pruebas, como esa – recordada en el Evangelio según san Mateo – de la «matanza de los inocentes», que obligó a José y María a emigrar a Egipto. Pero, confiando en la divina Providencia, encontraron su estabilidad y aseguraron a Jesús una infancia serena y una educación sólida.» (Benedicto XVI, 1 de enero de 2011).

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