La mirra la usaban los judíos para embalsamar los cadáveres, pero también se uso como perfume para las personas y objetos ( Cant1,13; 5,13; Est 2,12, Cant 5,5, Salm 45,9, Prov 7,17). Es símbolo entonces de lo humano, de lo material, de lo carnal. Nos viene a enseñar que Cristo se hizo carne, humano, verdadero hombre, y murió por nosotros, por eso necesitó ser embalsamado con mirra:
También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras Juan 19,39
Luego entonces, la mirra nos enseña a que ese niño que nació además de ser Verdadero Dios, es Verdadero hombre, y que iba a morir por nosotros, para nuestra salvación. Recordemos que en las Escrituras Cristo es llamado varias veces hombre (Rom 5,15, 1Tim 2,5,1Cor 15,21) eso se hizo para enseñarnos que verdaderamente el tomo un cuerpo humano, no fue un cuerpo aparente como argumentaban los antiguos docetas. Hoy en día la nueva era ve a Cristo como Energía divina, pero hemos visto que el no es energía sino un ser humano como nosotros, que también murió en la Cruz y fue embalsamado con mirra.
Para concluir, acudamos a los padres de la Iglesia y veamos como entienden ellos los regalos que ofrecieron los magos al Señor. Os dejo algunos textos de San Gregorio Magno y de San Pedro Crisólogo:
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 10. Esto también puede significar otra cosa, entendiéndose por el oro la sabiduría, según la frase de Salomón: “Tesoro apetecible reposará en la boca del sabio” (Pr 21,20); por el incienso que se quema delante de Dios, la virtud de la oración, conforme al versículo de David: “Suba derecha mi oración como incienso en tu presencia” (Ps 140,2), y por la mirra la mortificación de la carne. Ofreceremos, pues, oro a este nuevo Rey, si resplandecemos delante de él con la luz de la sabiduría; el incienso, si por medio de la oración con nuestras oraciones exhalamos en su presencia olor fragante; y mirra si con la abstinencia mortificamos los apetitos de la sensualidad.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 10. El oro corresponde al rey, el incienso formaba parte de los sacrificios que se hacían a Dios, y la mirra sirve para embalsamar a los cadáveres.
San Pedro Crisólogo, Sermón 160:
“Hoy el mago llorando encuentra en la cuna a aquel que resplandeciente, buscaba en las estrellas. (…) Hoy el mago discierne con profundo asombro lo que allí contempla: el Cielo en la Tierra, la tierra en el Cielo, el hombre en Dios, y Dios en el hombre, y a aquel que no puede ser encerrado en todo el universo incluido en un cuerpo de niño. Y viendo cree, y no duda y lo proclama con sus dones místicos: el incienso para Dios, el oro para el Rey, y la mirra para el que morirá.”