Lectura del Día 30/04/2025
Lectura del Día
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
Hechos 5, 17-26
En aquellos días, el sumo sacerdote y los de su partido, que eran los saduceos, llenos de ira contra los apóstoles, los mandaron aprehender y los metieron en la cárcel. Pero durante la noche, un ángel del Señor les abrió las puertas, los sacó de ahí y les dijo: "Vayan al templo y pónganse a enseñar al pueblo todo lo referente a esta nueva vida". Para obedecer la orden, se fueron de madrugada al templo y ahí se pusieron a enseñar.
Cuando llegó el sumo sacerdote con los de su partido convocaron al sanedrín, es decir, a todo el senado de los hijos de Israel, y mandaron traer de la cárcel a los presos. Al llegar los guardias a la cárcel, no los hallaron y regresaron a informar: "Encontramos la cárcel bien cerrada y a los centinelas en sus puestos, pero al abrir no encontramos a nadie adentro".
Al oír estas palabras, el jefe de la guardia del templo y los sumos sacerdotes se quedaron sin saber qué pensar; pero en ese momento llegó uno y les dijo: "Los hombres que habían metido en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo".
Entonces el jefe de la guardia, con sus hombres, trajo a los apóstoles, pero sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo.
Evangelio del Día
Lectura del santo evangelio según san Juan
Juan 3, 16-21
"Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.
La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios”.
Palabras del Santo Padre
La venida de Jesús al mundo determina una elección: quien elige las tinieblas va al encuentro de un juicio de condenación, quien elige la luz tendrá un juicio de salvación. El juicio es siempre la consecuencia de la libre elección de cada uno: quien practica el mal busca las tinieblas, el mal siempre se esconde, se cubre. Quien hace la verdad, es decir, practica el bien, llega a la luz, ilumina los caminos de la vida. Quien camina en la luz, quien se acerca a la luz, no puede por menos que hacer buenas obras. La luz nos lleva a hacer buenas obras. Es lo que estamos llamados a hacer con mayor empeño durante la Cuaresma: acoger la luz en nuestra conciencia, para abrir nuestros corazones al amor infinito de Dios, a su misericordia llena de ternura y bondad. No olvidéis que Dios perdona siempre, siempre, si nosotros con humildad pedimos el perdón. Basta con pedir perdón y Él perdona. Así encontraremos el gozo verdadero y podremos alegrarnos del perdón de Dios que regenera y da vida. (Ángelus, 14 de marzo de 2021)
Tomado de: https://www.vaticannews.va/es/
Lectura del Día 29/04/2025
Lectura del Día
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
1 Juan 1, 5–2, 2
Queridos hermanos: Éste es el mensaje que hemos escuchado de labios de Jesucristo y que ahora les anunciamos: Dios es luz y en él no hay nada de oscuridad. Si decimos que estamos con Dios, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no vivimos conforme a la verdad. Pero, si vivimos en la luz, como él vive en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
Si decimos que no tenemos ningún pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si, por el contrario, confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos purificará de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, hacemos pasar a Dios por mentiroso y no hemos aceptado verdaderamente su palabra.
Hijitos míos, les escribo esto para que no pequen. Pero, si alguien peca, tenemos como intercesor ante el Padre, a Jesucristo, el Justo. Porque él se ofreció como víctima de expiación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero.
Evangelio del Día
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre; nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera’’.
Palabras del Santo Padre
Él nos espera, nos espera siempre, no para resolvernos mágicamente los problemas, sino para hacernos fuertes en nuestros problemas. Jesús no nos quita los pesos de la vida, sino la angustia del corazón; no nos quita la cruz, sino que la lleva con nosotros. Y con Él cada peso se hace ligero (cf. v. 30) porque Él es el descanso que buscamos. Cuando en la vida entra Jesús, llega la paz, la que permanece en las pruebas, en los sufrimientos. Vayamos a Jesús, démosle nuestro tiempo, encontrémosle cada día en la oración, en un diálogo confiado y personal; familiaricemos con su Palabra, redescubramos sin miedo su perdón, saciémonos con su Pan de vida: nos sentiremos amados y consolados por Él. (Ángelus, 9 de julio de 2017)
Tomado de: https://www.vaticannews.va/es/
Lectura del Día 28/04/2025
Lectura del Día
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
Hechos 4, 23-31
En aquellos días, tan pronto como Pedro y Juan quedaron en libertad, volvieron a donde estaban sus compañeros y les contaron lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos. Al oír esto, todos juntos clamaron a Dios, diciendo:
"Señor, tú has creado el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contiene; por medio del Espíritu Santo y por boca de tu siervo David, nuestro padre, dijiste: ¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen planes torpes? Se sublevaron los reyes de la tierra y los príncipes se aliaron contra el Señor y contra su Mesías.
Esto fue lo que sucedió, cuando en esta ciudad se aliaron Herodes y Poncio Pilato con los paganos y el pueblo de Israel, contra tu santo siervo Jesús, tu ungido, para que así se cumpliera lo que tu poder y tu providencia habían determinado que sucediera.
Y ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos anunciar tu palabra con toda valentía. Extiende tu mano para realizar curaciones, señales y prodigios en el nombre de tu santo siervo, Jesús”.
Al terminar la oración tembló el lugar donde estaban reunidos, los llenó a todos el Espíritu Santo y comenzaron a anunciar la palabra de Dios con valentía.
Evangelio del Día
Lectura del santo evangelio según san Juan
Juan 3, 1-8
Había un fariseo llamado Nicodemo, hombre principal entre los judíos, que fue de noche a ver a Jesús y le dijo: "Maestro, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces, si Dios no está con él".
Jesús le contestó: "Yo te aseguro que quien no renace de lo alto, no puede ver el Reino de Dios". Nicodemo le preguntó: "¿Cómo puede nacer un hombre siendo ya viejo? ¿Acaso puede, por segunda vez, entrar en el vientre de su madre y volver a nacer?"
Le respondió Jesús: "Yo te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne, es carne; lo que nace del Espíritu, es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: ‘Tienen que renacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así pasa con quien ha nacido del Espíritu".
Palabras del Santo Padre
Ser cristiano no es sólo cumplir los mandamientos: hay que cumplirlos, eso es cierto; pero si te detienes ahí, no eres un buen cristiano. Ser un buen cristiano es dejar que el Espíritu entre en ti y te lleve, te lleve donde quiera. En nuestra vida cristiana muchas veces nos detenemos, como Nicodemo, ante el “por tanto”, no sabemos qué paso dar, no sabemos cómo hacerlo o no tenemos la confianza en Dios para dar este paso y dejar entrar al Espíritu. Nacer de nuevo es dejar que el Espíritu entre en nosotros y que sea el Espíritu quien me guíe y no yo y aquí: libre, con esta libertad del Espíritu que nunca sabrás dónde acabarás. (Homilía Santa Marta, 20 de abril de 2020)
Tomado de: https://www.vaticannews.va/es/
Lectura del Día 27/04/2025
Primera lectura
Lectura de los Hechos de los Apóstoles
Hechos 5, 12-16
En aquellos días, los apóstoles realizaban muchas señales milagrosas y prodigios en medio del pueblo. Todos los creyentes solían reunirse, por común acuerdo, en el pórtico de Salomón. Los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente los tenía en gran estima.
El número de hombres y mujeres que creían en el Señor iba creciendo de día en día, hasta el punto de que tenían que sacar en literas y camillas a los enfermos y ponerlos en las plazas, para que, cuando Pedro pasara, al menos su sombra cayera sobre alguno de ellos.
Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén y llevaba a los enfermos y a los atormentados por espíritus malignos, y todos quedaban curados.
Segunda lectura
Lectura del libro del Apocalipsis
Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19
Yo, Juan, hermano y compañero de ustedes en la tribulación, en el Reino y en la perseverancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús.
Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente, como de trompeta, que decía: “Escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete comunidades cristianas de Asia”. Me volví para ver quién me hablaba, y al volverme, vi siete lámparas de oro, y en medio de ellas, un hombre vestido de larga túnica, ceñida a la altura del pecho, con una franja de oro.
Al contemplarlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo sobre mí la mano derecha, me dijo: “No temas. Yo soy el primero y el último; yo soy el que vive. Estuve muerto y ahora, como ves, estoy vivo por los siglos de los siglos. Yo tengo las llaves de la muerte y del más allá. Escribe lo que has visto, tanto sobre las cosas que están sucediendo, como sobre las que sucederán después”.
Evangelio del Día
Lectura del santo Evangelio según San Juan
Juan 20, 19-31
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.
Otras muchas señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.
Tomado de: https://www.vaticannews.va/es/
Lectura del Día 25/04/2025
Lectura del Día
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
Hechos 4,1-12
En aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, se presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos, indignados porque los apóstoles enseñaban al pueblo y anunciaban la resurrección de los muertos por el poder de Jesús. Los aprehendieron, y como ya era tarde, los encerraron en la cárcel hasta el día siguiente. Pero ya muchos de los que habían escuchado sus palabras, unos cinco mil hombres, habían abrazado la fe.
Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan, Alejandro y cuantos pertenecían a las familias de los sumos sacerdotes. Hicieron comparecer ante ellos a Pedro y a Juan y les preguntaron: “¿Con qué poder o en nombre de quién han hecho todo esto?”
Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: “Jefes del pueblo y ancianos, puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos”.
Evangelio del Día
Lectura del santo evangelio según san Juan
Juan 21, 1-14
En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “También nosotros vamos contigo”. Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.
Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿han pescado algo?” Ellos contestaron: “No”. Entonces él les dijo: “Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados.
Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: “Es el Señor”. Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros.
Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar”. Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: “Vengan a almorzar”. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres?’, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado.
Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Palabras del Santo Padre
El Evangelio de la Liturgia de hoy (Jn 21,1-19) narra la tercera aparición de Jesús resucitado a los apóstoles. Es un encuentro que tiene lugar a orillas del lago de Galilea e implica sobre todo a Simón Pedro. Todo comienza con él que les dice a los otros discípulos: «Voy a pescar» (v. 3). Algo normal, era un pescador, pero había abandonado este oficio desde que dejó las redes para seguir a Jesús, precisamente a orillas de este mismo lago. Y ahora, mientras el Resucitado se hace esperar, Pedro, tal vez algo desmoralizado, les propone a los otros volver a la vida de antes. Y estos aceptan: «También nosotros vamos contigo». Pero «aquella noche no pescaron nada» (v. 3) (…) ¿Qué hace Jesús con Pedro? Vuelve de nuevo a la orilla del lago donde lo había elegido a él, y a Andrés, Santiago y Juan, a los cuatro los había elegido allí. No hace reproches —Jesús no reprocha, toca el corazón, siempre—, sino que llama a sus discípulos con ternura: «Muchachos» (v. 5). Luego los exhorta, come en el pasado, a echar de nuevo las redes con valentía. Y una vez más las redes se llenan hasta lo inverosímil. Hermanos y hermanas, cuando en la vida tenemos las redes vacías, no es el momento de autocompadecernos, de divertirnos, de volver a los viejos pasatiempos. Es el momento de ponerse en camino con Jesús, es el momento de hallar el valor de recomenzar, es el momento de navegar mar adentro con Jesús. (Regina Caeli, 1 de mayo de 2022)
Tomado de: https://www.vaticannews.va/es/